Tercer y último tri de una
temporada en la que al triatlón le ha tocado compartir protagonismo con otros
retos.
Tras los halfs de Elche y
Ecotrimad la concurrencia armadilla obligaba a cerrar temporada en el Triatlón
de la Bola del Mundo. Nos juntamos Pablo, Sergio, Nano y yo en el olímpico, y
Fer Herva, que en su segundo triatlón iba a atacar la distancia sprint en la
Bola del Mundo, casi nada. A los demás nos tocaba nadar 1.500m en el embalse de
Navacerrada, para a continuación, en 37km, dar dos vueltas por Cerceda -
Mataelpino, subir a la Bola del Mundo y desde allí afrontar un trail de 10km
con 600m de desnivel positivo por la Cuerda Larga. La meta estaba situada junto
al bar de la Bola.
Las sensaciones eran peores
nadando y corriendo que en Ecotrimad, pero mucho mejores en bicicleta, así que
la táctica era aprovechar el sector de ciclismo para llegar con las piernas lo
más frescas posibles a un sector de carrera de montaña, por encima de 2.200m,
duro y técnico, que me va como anillo al dedo.
Poco después del amanecer y con
ciertas prisas y desorganización en el box (no me dieron bolsa de basura para
guardar el neopreno), me veo en el embalse junto a Sergio. Son dos vueltas de 750m
“cortos” a un triángulo de dos boyas enormes con salida del agua antes de
empezar la segunda vuelta. Vamos, un circuito sin ninguna dificultad. Sin
embargo desde la primera brazada me noto fatal, embutido en el neopreno que
hace meses que no me pongo, y completamente desorientado. En la segunda vuelta
la cosa mejora un poco pero salgo cabreadísimo conmigo mismo en la peor
natación que hago desde el campeonato de España del año pasado. Nano, Pablo y
Sergio ya están a punto de salir con la bici cuando llego al box, y creo que
desde Medina de Rioseco en 2011 Sergio no me había ganado una natación. 29:08 y
parcial 94 de 130 finalizados.
T1 aceptable y salgo fuerte por
el pueblo de Navacerrada arriba, pensando en que llevo unos 2-3 minutos de
retraso frente a lo previsto y en un triatlón con drafting eso es una tumba, en
forma de ruedas perdidas.
Paso a Nano y a Pablo en el pueblo y me lanzo
dirección Cerceda recogiendo gente que se pone a mi rueda. Ya cerca de la
rotonda del punto de giro veo a Sergio, y le doy un par de gritos para que esté
atento y se una al grupillo que estoy formando.
En la rotonda un Guardia Civil me
despista, me meto por donde no es, y pierdo los segundillos que podía haber
ganado en el tramo de bajada. En fin…en la subida a Mataelpino veo que Sergio
se queda, así que yo sigo a mi ritmo ya con algún relevo en los tramos de
subida. Cuando empieza la segunda vuelta entra al relevo un triatleta cuyo
dorsal pone Pedro José, que va bastante fuerte cuesta arriba, así que cojo su
rueda cuando la carretera se empina, le doy relevo cuando afloja, y seguimos
pasando gente.
Comienza el puerto y en los
primeros km mi compañero sube a muy buen ritmo, de modo que sigo su rueda, no
del todo cómodo. Empiezo a pensar que me he pasado en la primera vuelta de
bici. A mitad de puerto me encuentro mejor, hacemos grupillo de 3-4-5 y el
ritmo baja. Uno del grupo “ataca” tomando una curva por el carril contrario.
Aunque el tráfico en teoría está cortado al 100%, hemos visto pasar coches, así
que siguiendo por el carril derecho aumento un poco el ritmo y tardo como 1km
en alcanzarlo, para hacer con él el resto de la subida hasta el Puerto, aunque
al grupo de Pedro José apenas le sacamos unos segundos.
Al coronar el Puerto de
Navacerrada está Sonia animando (¡gracias!) justo antes de empezar los 2,5km de
subida a la Bola, con pendiente media superior al 10% y rampas del 20%. Meto el
34x32 de la vieja Orbea e intento aislarme de sus crujidos en el eje a cada
pedalada. Enseguida mi compañero de viaje se queda atrás y veo que voy abriendo
hueco con los perseguidores y adelantando a triatletas con un desarrollo del
todo inadecuado para la Bola. A la guerra se va con balas, y a la Bola si no
eres un crack hay que ir con un 34x28 mínimo.
Buscando siempre agilidad y
cadencia, llego al tramo más duro, espectacular, con un montón de espectadores
y familiares animando a todos los triatletas. Uno de los momentazos del año.
Aquí me adelanta un chaval jovencito a muy buen ritmo, el primero que me pasa
en toda la bici.
El sóleo izquierdo se me carga un poco al ir sentado y me
obliga a subir de pie lo que queda de ascensión, pero nada más bajarme de la
bici ya veo que he guardado mucho, incluso demasiado, y que la carrera a pie
tiene que darse bien. Parcial de ciclismo 1:44:29, parcial 20º.
T2 rápida con cambio de
calcetines incluido, gorra, un gel y a correr. Hace frío en tritraje, pero casi
no sopla viento y luce el sol. La carrera a pie consiste en ascender un primer
tramo dejando la Bola a la derecha, bajar un poco, subir al punto de giro del
sprint, bajar a otro collado, y ascender a Cabeza de Hierro, para a
continuación deshacer el camino. 600m de desnivel en 10km, tela.
Aprieto fuerte en los tramos
llanos y subo caminando las cuestas empinadas, mientras voy adelantando a
bastante gente, sobre todo cuesta abajo. Es curioso que en los trails en
Galicia siempre subo con los grupos delanteros pero al bajar me quitan las
pegatinas. Aquí sin embargo, veo que la gente tiene muchos más problemas en las
bajadas. No son tramos muy técnicos, pero hay que ir con cuidado, y la
experiencia corriendo en montaña ayuda.
Cuando llego al punto de giro
intento contar la gente con la que me cruzo, veo que voy para top 20 si sigo
ganando puestos, así que intento exprimirme a pesar de que en estos circuitos
es fácil relajarse al caminar en las subidas y bajar con cuidado. Me cruzo
primero con Sergio, y luego con Nano y Pablo, que van casi juntos. En la última
subida veo que no llevo a nadie por delante ni por detrás, me relajo un poco y
cruzo la meta bastante contento con un tiempo de 3:26:15 en la posición 17ª de
130 finalizados, 4º en mi grupo de edad, a un pasito de lo que hubiese sido mi
primer pódium en triatlón. El parcial de carrera, un sorprendente 8º puesto,
con 1:08:02, lo que da idea de la dureza del diez mil.
La verdad es que ha sido un
triatlón bonito, distinto. Frente a la tendencia actual de “cuanto más llana la
bici, mejor, porque más gente se apunta”, la organización de Iván apuesta por
la dureza como seña de identidad. Si consiguen corregir algunos problemillas de
organización, el Tri Bola del Mundo se convertirá en un triatlón de referencia.
Seguramente repita el año que viene.
Enhorabuena a Sergio (carrerón, sobre todo en
bici), a Nano y a Pablo, que entraron en meta dándose un emotivo abrazo, pero
sobre todo a Fer Herva, que en su segundo triatlón se metió en este “embolado”
y acabó más fresco que una lechuga.