Suena el despertador a las 8h y oigo la lluvia en los
cristales. ¿Me quedo en cama tranquilamente o me levanto para hacer 80km de
coche hasta Vimianzo y participar en un duatlón cross que va a ser un espanto
de frío, agua y barro? ¡Menuda pregunta! Sonia ni se extraña y tan sólo susurra
tapada hasta la nariz “¿Llegarás para comer ¿no?” Llegar, llegaré, veremos con
qué aspecto…
Aparco en Vimianzo con tiempo para calentar…pero mejor me
quedo calentito en el coche. Fuera llueve y lo peor es que el termómetro marca
6ºC. Hemos venido unos 100 pringados, digo valientes, y se ven pocas ganas de
correr. Según se acerca la hora de la salida, escampa un rato, así que cojo el
dorsal, suelto piernas en mi vieja Decathlon Rockrider y dejo las cosas en boxes. La zona de transición
es una placita de losas resbaladizas. Me he traído las Fuji Trabuco de trail,
por el tema del barro, pero tengo que acordarme de tener cuidado de no resbalar
con tanto taco.
La salida se retrasa por un aguacero que nos deja a todos un
poco fríos, pero nada más dar el bocinazo, se sale bastante fuerte. Tras 500m
dejamos la carretera principal y pronto encuentro hueco para situarme en el
segundo grupo. El primer sector de 5,4km es casi todo de pista con charcos,
algo de asfalto, una larga cuesta por el monte sin grandes porcentajes, primero
subir y luego bajar. Los tres primeros toman algo de distancia, pero mantengo
al 4º a la vista. De momento se puede correr bien a pesar del barro. Llego a la
T1 en el puesto 10º, a 3:45min/km.
Freno junto a mi bici en la T1, pero las zapatillas no
agarran y me caigo de espaldas. La caída debió de ser fea, alguna señora
incluso dio un grito, pero parece que sólo me he hecho daño en la mano derecha
al caer. Empiezo a rodar aturdido y me pasan dos o tres como motos. Sin
embargo, en cuanto llega la misma cuesta que subimos antes corriendo, adelanto
unos cuantos puestos y me sitúo 9º, con la cabeza de carrera alejándose
irremediablemente. La bici son dos vueltas de 10,5km cada una a un circuito no
muy duro, nada técnico en seco, pero que se va a hacer muy duro por el barro.
La cuesta deja paso a una zona más llana, por donde hay que elegir si trazar
por un carril de hierba traicionero en el centro de la pista o meterte de lleno
en las piscinas. Tomo la segunda opción y tiro de fuerza para pasar el tramo no
sé si nadando o pedaleando. Voy dejando atrás a los perseguidores y cogiendo a
Arturo, un conocido de Santiago, al que adelanto a mitad de esta primera
vuelta.
Tras un tramo de transición por asfalto con un cruce mal
señalizado que me obliga a parar a orientarme, llega la peor parte. Una corredoira
más estrecha, llena de charcas de suelo de piedra suelta, en la que me cuesta
un mundo mantener la trazada. Tengo que poner pie a tierra un par de veces. Al
margen de que mi técnica con la MTB es nefasta, tampoco creo que mis cubiertas,
que llevo como cinco años sin cambiar, sean las más adecuadas para este
terreno. Sorprendentemente no me pasa nadie y completo la primera vuelta con
muy buenas sensaciones.
De repente empieza a granizar, y me pilla en un tramo de
bajada por asfalto. No veo ni torta, así que me quito las gafas de sol, pero el
remedio es peor que la enfermedad, ya que el granizo hace daño en la cara, así
que me las vuelto a poner y pongo “modo superviviencia” teniendo mucho cuidado
de no caerme con tan poca visibilidad. Competir con este día es de locos, pero
tampoco lo deben estar pasando bien los voluntarios que hay casi en cada cruce.
No tarda en pasarme un corredor con pinta de biker (mucha
cadencia, piernas muy anchas, bici buena). Le aguanto un rato, pero en cuanto
viene otra zona técnica me deja tirado con mucha facilidad. El circuito ahora
ha soportado el paso de los 90 y pico participantes, y cada vez está peor. De
repente se me mete una rama en la rueda y tengo que parar a quitarla. Llego a
la corredoira de la muerte, y aquí sí que me atranco completamente. Empiezo a
pensar en los Panzers alemanes atrapados en el barro del deshielo ruso, cuando
otro biker me saca las pegatinas.
Pongo el pie a tierra un montón de veces, y al final decido hacer un tramo en plan ciclocross, corriendo con la bici en suspensión. Milagrosamente no me caigo a pesar de trastabillar varias veces. Por detrás vienen cerca Arturo y otros dos, pero ya he salido de lo peor y llego a la T2 echándome el resto del bidón de agua que me queda por la cara para ver si por algún milagro sale la tierra que tengo incrustada en los ojos. Me bajo 10º con los otros tres pisándome los talones.
Este no era ni mucho menos el peor tramo |
Pongo el pie a tierra un montón de veces, y al final decido hacer un tramo en plan ciclocross, corriendo con la bici en suspensión. Milagrosamente no me caigo a pesar de trastabillar varias veces. Por detrás vienen cerca Arturo y otros dos, pero ya he salido de lo peor y llego a la T2 echándome el resto del bidón de agua que me queda por la cara para ver si por algún milagro sale la tierra que tengo incrustada en los ojos. Me bajo 10º con los otros tres pisándome los talones.
La T2 me sale rápida, pero me he olvidado de algo…ah, sí,
que en las losas las Trabuco resbaaaaaalan. Pum…otra vez al suelo, esta vez
caigo de lado, me raspo toda la pierna, me hago daño en la otra mano y en la
cadera. Me levanto como puedo y veo que efectivamente mi transición sí había
sido rápida, porque sigo justo delante de mis perseguidores.
Arturo me pasa enseguida pero lleva un ritmo que puedo
aguantar, así que me pego a él y nos distanciamos rápidamente de los otros.
Este segundo sector de carrera de 3,6km es más llano, lo que equivale a que hay
muchísimo más barro. Las Trabuco agarran muy bien (menos mal que valen de algo)
y en los tramos más anegados le recupero lo que me saca en los trozos de
asfalto.
Adelantamos a uno de los bikers que me adelantaron antes y salimos a la recta de meta, de unos 500m, con el otro biker que nos saca un buen pedazo pero al que se le ve corriendo bastante lento.
Adelantamos a uno de los bikers que me adelantaron antes y salimos a la recta de meta, de unos 500m, con el otro biker que nos saca un buen pedazo pero al que se le ve corriendo bastante lento.
Recuerdo las crónicas de Jesús…¡Toca Sprint! Arturo, que
hace rato que me lleva con el gancho, me
gana un par de metros irrecuperables, pero fuerzo y consigo adelantar al otro
participante y entrar 9º, corriendo el último sector a 3:58min/km.. Un top 10
para empezar la temporada con moral, aunque soy consciente de que el nivel
tampoco era para tirar cohetes.
Lo peor vino después. ¡Hacía mucho frío! No había duchas y
no quería meter la bici en el coche en el estado en el que estaba, así que
manguerazo a bici y cuerpo y tiritando al coche a cambiarme. Eso fue lo más
duro del día…pero nada que no remedie una ducha calentita en casa. De todas formas
pienso que no compensan 160km de coche, el tiempo de lavar y engrasar la bici,
lavadoras varias, limpiar tierra del coche…todo para hora y media de carrera. Creo
que voy a pasar de correr más duatlones cross por una temporada…ah, pero si
esto mismo lo dije en octubre…